Las dos hijas de la señora Ana María, de 86 años de edad, tuvieron que enfrentar el mayor reto de sus vidas: evitar que su madre falleciera a causa de complicaciones pulmonares por el COVID-19. Lucharon con la limitación de los recursos monetarios para alquilar en dólares una bombona de oxígeno y la angustia de decidir qué hacer ante las frecuentes caídas de luz