A altas horas de la noche del lunes 3 de septiembre, desde la población de San José de la Costa, municipio Píritu, del estado Falcón, salió una lancha en la que, según cuentan quienes iban en el bote, se contaban más de diez personas a bordo. Sin embargo, naufragó antes de llegar a tierra.
El reporte de las autoridades de Curazao explica que la embarcación zozobró en las costas curazoleñas, a la altura de Fuik, en horas de la mañana del martes, momento en que las autoridades costeras localizaron a tres personas heridas en el mar.
Según los sobrevivientes rescatados, la lancha golpeó con una roca, lo que hizo que se rompiera y todos se lanzaran al agua.
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El municipio Píritu se ha convertido en el punto de encuentro y partida para quienes intentan salir del país y llegar a la isla en busca de oportunidades de ingresos en otras divisas con el fin de hacerle frente a la crisis económica que atraviesa Venezuela.
Fue desde esa misma costa de donde partió la lancha que el pasado mes de enero naufragó con más de 30 personas a bordo y dejó cinco personas fallecidas.
Solidarios, pero realistas
Ante los cuestionamientos en cuanto a la atención de los migrantes, el gobierno de Curazao emitió un comunicado que fue publicado en el portal web de la isla. En el texto, las autoridades declararon su posición sobre los extranjeros que deseen establecerse en territorio curazoleño y explican que la isla tiene un procedimiento regular y abierto para todos los foráneos, incluyendo a los de Venezuela.
“Si la persona en cuestión cumple con todos los requisitos estipulados en la ley y en las políticas, entonces puede ser considerado para obtener un permiso de estadía. En caso de que una persona, tras hacer su petición mediante el procedimiento regular, no cumpla con los requisitos estipulados en la ley y en las políticas, el permiso le será negado», expresa el escrito.
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El documento también expone que Curazao mantiene sus políticas de admisión y expulsión “sin hacer excepciones a favor del grupo de extranjeros venezolanos”.
Las autoridades de la isla manifiestan su solidaridad ante los emigrantes procedentes de Venezuela, pero enfatizan que la realidad socio-económica y la pequeña escala del territorio no permiten que la isla pueda acaparar un flujo grande de extranjeros y señala que incluso países más grandes de la región han comenzado a poner restricciones y limitaciones a la entrada de venezolanos en busca de permanencia en otros países.
