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lunes, 8 julio, 2024
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EMERGENCIA HUMANITARIA | Hortensia Santaella: “Maduro debe abrir sus manos para aceptar la ayuda que necesitamos los enfermos”

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Caracas.- Hortensia Santaella tiene cuatro años tratando de que sus células malignas se mantengan a raya. Cuando le diagnosticaron cáncer de mama, el tumor estaba en estadio tres y no tenía metástasis. Si bien comenzó su tratamiento de quimioterapia sin inconvenientes –luego de que le amputaran su seno izquierdo–, dos años después de la cirugía, comenzó a enfrentarse a la escasez de medicinas antineoplásicas.

Un año y un mes. El tiempo que pasó Hortensia sin medicinas lo calculó muy bien, como si hubiese marcado en el calendario cada día que no se realizaba su quimioterapia. El miedo a la recaída se instaló en su vida y no le quedó más remedio que aferrarse a Dios, pese a que sus niveles de hemoglobina y plaquetas comenzaban bajar. “Mientras no había tratamiento, me tomé tecitos y cualquier infusión con ramitas, manteniéndome en las manos de Dios porque en las del Estado no podía”, señala Hortensia, quien hoy cuenta con 55 años.

En medio de una recesión económica, la escasez de medicinas se acentúo aún más en Venezuela y dejó a la deriva a los pacientes con enfermedades crónicas no trasmisibles como el cáncer. En 2017, 31 presentaciones de quimioterapias estaban agotadas en el país, según un levantamiento de información que hizo la Sociedad Venezolana de Salud Pública. El Aromasin que necesitaba Hortensia no estaba disponible en la Farmacia de Alto Costo del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, donde lo retiraba sin pagar nada, ni en el Banco de Drogas Antineoplásicas (Badan).

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“En Badan, donde estaban a un costo elevado, nos decían que no había porque no había divisas para importarlo”, indicó Santaella, quien vive en San Juan de Los Morros, estado Guárico. Al no encontrar el medicamento, los sacrificios de los familiares de Hortensia fueron grandes: su hija dejó sus estudios para ayudarla y se dedicó a vender tortas, mientras que su otro hijo limpió zapatos e hizo rifas. Su hermana María Luisa hizo esfuerzos para conseguir el tratamiento en el extranjero. “¿Qué no hicieron?”, suelta Hortensia, quien cada 21 días se traslada a Caracas para acudir a su consulta en el Hospital Oncológico Padre Machado.

Gracias a su hermana, Hortensia, luego de un año, reanudó su tratamiento con las medicinas que fueron compradas en el exterior. La quimioterapia le alcanza para los próximos seis meses, pero aún espera que el Seguro Social le suministre medicinas. “Tengo tres meses esperando a que lleguen las quimioterapias a la farmacia de alto costo, la doctora me dijo que ya llegó un tratamiento que es sustituto del Aromasin, vamos a ver sí lo hay y me lo dan”, dice.

Hortensia Santaella insta a las autoridades a aceptar la ayuda humanitaria| Foto: Ronald E. Peña

No todos los pacientes oncológicos que Hortensia conoció en el camino tuvieron la misma suerte de contar con medicinas. “Yo he visto morir mucha gente por cáncer, porque no tuvieron medicamentos. Cuando veía a amigos morir, me daban más ganas de vivir, nunca me desplomé”, relata la mujer, quien fue una de las 5.170 venezolanas que le diagnosticaron cáncer de mama en 2014, según datos, aún no publicados, del Ministerio de Salud.

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Hortensia es periodista y locutora y es dueña de una emisora de radio de San Juan de los Morros. Como comunicadora social, le ha seguido el pulso a la crisis de salud. Ella no solo la vivido en carne propia, sino que también la padecido con sus familiares.

“Mi nieta se enfermó con una infección y salimos a buscar un antibiótico y no lo conseguimos en San Juan de los Morros. Mi hija, por medio de una amiga, lo consiguió en Maracay, pero solo puedo comprar un frasco para el tratamiento de dos días y gastó 37 mil bolívares, y la niña debe tomar el remedio por ocho días. Cuando la llevamos con fiebre alta al CDI Tulio Pineda, que lo reinauguraron hace poco, nos dijeron que no tenían termómetro y hasta nos preguntaron si traíamos los medicamentos ¿Cómo es posible eso pase en un dispensario recién abierto?”, cuestiona.

Al relatar lo vivido con su nieta, quien tuvo que ser atendida en consulta privada luego de que en el dispensario de Barrio Adentro no la pudieran recibir, a Hortensia no le queda duda de que la ayuda humanitaria que actualmente gestiona la oposición venezolana debe ingresar al país. “La necesitamos con urgencia. Por mi casa he visto cómo los niños piden comida, cómo llegan a estados de desnutrición; he visto madres que no tienen para alimentar a sus hijos. No entiendo por qué dicen que no necesitamos ayuda cuando la gente muere de hambre y por enfermedades”, indica.

Hortensia considera que las autoridades deben abrir ojos y prestarles atención a las necesidades de los pacientes. “El Gobierno debe voltear para los lados y ver cómo está muriendo la gente, meterse a los barrios para que sea testigo de cómo la gente pasa hambre, de cómo están acabando con el país. Las autoridades solo tienen el objetivo de estar en el poder, pero desde el poder también se puede hacer bien. Maduro debe abrir las manos y el corazón para que acepte la ayuda que necesitan los enfermos, aceptar esa mano amiga de otros países. Hay que abrir la puerta”.

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