Un fin de semana que muy probablemente no lo fue. Al menos en el sentido estricto del descanso. A lo mejor usted quería estar más tranquilo, sosegado, en la playa, en la montaña, o en la casa pero el bululú de noticias no lo dejó.
Un amigo me dice que él se siente estreranzado: una mezcla de stress con esperanza de que podría irrumpir un cambio en pro del bienestar del país, pero que se siente con mayores pulsaciones y un respirar profundo para bajarle la mecha al sístole y el diástole.
Otro amigo me dice que tiene miedo. Otro, más incrédulo, me dice que nada pasará. Y tengo uno que no se ha enterado bien de nada porque sencillamente tiró la toalla y prefirió nadar en el mar de la desinformación y de la ignorancia para ahorrarse unas cuantas canas.
Seguramente usted se sentirá identificado con alguno de estos amigos míos o con ninguno. Pero todos son venezolanos.
Lo que podemos decirles, a modo de comentario general —porque si nos ponemos a detallar, no terminamos y habrá cosas que aquí, por el bien de todos, no se podrán mencionar (así son estos tiempos, tiempos de sinónimos y antónimos, de juegos de palabras, símiles, de sátira e ironía para buenos catchers de la narrativa, del discurso, para gente inteligente como lo somos todos los venezolanos y bien informada)… lo que podemos decirles es que en este fin de semana de las innumerables noticias solo uno fue el protagonista.
Ni siquiera hace falta revisar los grandes eventos para darse cuenta de cómo van las cosas. Ni siquiera.
Por eso vámonos a lo que parece que no importa. Vámonos al detalle. A lo minúsculo. Al lado B del disco que pocos escuchan. Vámonos a observar los zapatos mustios de quien trajeado y lúcido camina, a escuchar la voz cansada de la princesa que dice que durmió tranquila.
¿Saben ustedes que los trasnochos donde se evidencian primero no es en las ojeras sino en la voz?. Pequeño detalle. Mire…
Desde la entrevista de Maduro con Maria Elvira Salazar, periodista de orígenes cubanos colaboradora de la cadena FOX, en la que solicitaba a Trump un diálogo, pasando por la vigilia frente a Miraflores que nunca fue (si usted la vio, avise), al reto Guaidó (o Guaidó Challenge en las redes sociales) con la capucha gris que uniformó a muchos convirtiendo la etiqueta (el hashtag) en prácticamente un símbolo y elevándola al rango de trending topic mundial; pasando por los eventos ya comentados aquí con un pronunciamiento del TSJ demorado, impuntual en el que conminaron, exhortaron al Ministerio Público a actuar, una rueda de prensa del Fiscal que hasta ahora tampoco se ha dado, el pronunciamiento institucional de la Fuerza Armada Nacional con cero sorpresas denunciando un golpe de estado pero un día después, el señalado como golpista libre de cabildo en cabildo, la extensión de 72 horas a 30 días del plazo para que los «greengos go home».
Pero también hay que hacer otras lecturas. Solo uno estuvo rodeado de civiles desarmados, llamados a estar ahí en las calles solo por su afán de libertad, de elecciones, de un cambio.
El otro, estuvo rodeado de militares, de armas, asegurando que es tiempo de combate.
¿Con quién se identifica usted?
