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lunes, 26 agosto, 2024
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Toque de Diana | La patria nueva que nunca estrenamos

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Foto: Girón

20 años hace de esto… Pasaban ya las doce de la noche y el presidente electo para aquel momento, Hugo Chávez, aseguraba que ya había nacido una patria nueva. Más de 3 millones 600.000 votos, más del 56 % de los electores y casi un 70 % fueron el pivote de esa promesa.
Dos décadas y varias generaciones después dan cuenta de lo que verdaderamente ocurrió y de que si acaso tenemos patria, una duda justificada en el contexto del éxodo multitudinario de venezolanos durante los últimos años, de la desinstitucionalización del país, de la amenaza que ahora constituye la diversificación de las políticas extractivistas del Gobierno nacional, concentradas en el 12 % del territorio venezolano donde se despliega el Arco Minero del Orinoco; pues esta patria lo sigue siendo en el corazón de todos y nunca, después de aquel día, en realidad llegó a ser nueva, pues solo fue y es la que teníamos, más ultrajada y manipulada una y otra vez.
Recordar con qué ilusión se arriesgó Venezuela a darle aquel giro al volante, duele. Y como justo la fecha y estos 20 años nos han caído encima un jueves de #TBT (y hoy un piano es una garúa de agua fresca en comparación), vamos a recordar lo que para aquel entonces dijo el contendor de Chávez cuando cerraba la campaña electoral.
No sería presidente pero sí «vidente». Aunque se quedó corto Salas Römer, y es que nadie se imaginaba que al cabo de esos 15 años aquel, el que le ganó, luego perdería pasando, no sabemos, si a mejor vida, pero antes pediría relevo.

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La patria nueva a la que se refirió Chávez, si algún día nació, está extraviada hoy entre la denuncia de jefes y beneficiarios de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, quienes aseguran que el Gobierno no entregó a las comunidades ni siquiera la mitad de los perniles que prometió para el 1 de diciembre.
La patria nueva, que de haber llegado al mundo hoy sería veinteañera, esperaba con ansias un pernil Clap, que en el mejor de los escenarios podría llegar a costar en cualquier mercado un poquito menos que el nuevo salario mínimo: 3.400 bolívares el kilo. Súmele usted las aceitunas, las pasas, las zanahorias y todo lo que lleva para que sepa rico. Más de los 4.500 con los que hoy se ufana Maduro de darnos el mejor salario.
La patria nueva que nunca estrenamos, esa que supuestamente viviría eternamente dependiendo del Estado, está esperando todavía las 20.000 toneladas de pernil para el fin de año.
Tal día como hoy fue anunciada y murió la patria nueva, esa que celebraron muchos en Bellas Artes, al pie de aquella bandera inmensa de Venezuela, en medio de aquel jolgorio.
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