¿De qué color es la vida que importa?

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Por: María Eugenia Fuenmayor

El Black Lives Matter (BLM) que tanto revuelo causa en el mundo, originalmente por la injustificada brutalidad de un policía de los EE. UU. contra un ciudadano negro que ocasionó su asfixia y muerte, luego de que este habría pagado en un restaurant con un billete falso de 20 dólares, hoy nos genera mucha incertidumbre y nos increpa sobre las verdaderas razones que animan a este movimiento. BLM y otros grupos de activistas, con sus acciones y declaraciones, solo logran contaminar de dudas sus pretendidas motivaciones en contra de la discriminación y la violación de DD. HH. Al final, el resultado más visible, es que han logrado dividir aún más a la opinión pública y han exacerbado los radicalismos agazapados detrás de un discurso de igualdad y justicia social.

Las políticas adoptadas por la Izquierda, a través de sus sistemas opresores contra los pueblos, como el cubano por ejemplo, que lleva ya 62 años sometido a la pobreza extrema y sin la más mínima intención por parte de sus líderes de revisar su inalterable vocación destructiva de las libertades individuales y económicas, tanto en la isla, como en sus franquicias latinoamericanas, son expresión clara de la premisa que establece que mientras menor sea el acceso a las libertades y a la educación para la prosperidad, más sólido y permanente será el poder en manos de los regímenes totalitarios.

Cortesía Diario de Cuba

Escudos comunicacionales, causas nobles en guisa de justificación, como los DD. HH., son herramientas indispensables en el propósito de influir y perpetuarse en sus sitiales de poder. Lo triste y peligroso, porque su origen está en el propio seno de la sociedad civil, es la desvergüenza, el desparpajo y el ardor con el que BLM, por ejemplo, defiende “a muerte” justicia y equidad, y por otra, avala la legitimidad y el derecho que asiste al totalitarismo cubano para propinarle a su gente (muchos de ellos “afrodescendientes”, por cierto) lo mismo que el policía aquel le hizo al infortunado Floyd. Efectivamente, acabamos de presenciar como los cuerpos de seguridad del comunismo cubano reprimen con brutalidad a quienes han levantado su voz para protestar por la falta de libertades y de acceso a los componentes básicos para una vida digna: alimentación, salud e identidad, en otras palabras: Patria y Vida. Hemos visto, en calles y avenidas, en plazas públicas y barriadas de La Habana y otras ciudades y pueblos de la isla, multiplicarse mil veces escenas similares de crueldad humillante como la que dio origen al movimiento Black Lives Matter. Lo hemos visto y lo seguimos viendo también en  Nicaragua y Venezuela, y ¿cuál ha sido la reacción de BLM? Apenas apegarse al sempiterno guion del bloqueo, eximiéndose, con un grosero y estridente mutismo, de cuestionar cachiporras, lacrimógenas, puños y rodillas policiales, aplastando rostros, cuellos y pechos de gente que, sin embargo, es poseedora de otro derecho esencial: la protesta.

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Tenemos que estar muy alerta ante el contenido evidente y subyacente de aquello que nos quieran “vender” como mensaje. No creo en los  “ismos”, y menos cuando se desnudan cínicamente, presumiendo de antemano la idiotez de la audiencia, actuando de manera inconsistente y contradictoria. Así, de acuerdo a la reseña del Miami Herald del 15 de julio 2021, BLM, en su comunicado emitido a raíz de las revueltas cubanas, no hizo alusión alguna, por ejemplo, a las precarias condiciones del sistema de salud cubano y las condiciones deplorables de neoesclavitud en las que los médicos cubanos ejercen en “misiones humanitarias” en otros países. Más bien, esta organización activista alabó la “sólida atención médica” que se prodiga en la isla caribeña y sentenció: “En lugar de la amistad, el respeto y la buena voluntad internacionales, el gobierno de Estados Unidos solo ha instigado el sufrimiento de los 11 millones de habitantes del país (Cuba), de los cuales 4 millones son negros y marrones”.

Dude, amable lector, dude y sospeche cada vez que usted vea que una organización únicamente defiende intereses de solo una parte de la humanidad, en detrimento del resto ella y, además, lo hace a veces en asociación con regímenes de facto  (de izquierda y muy raramente de derecha, no caiga en esa trampa). La habilidad mayor de ciertos de estos grupos consiste en manipularnos ante  algunas injusticias, como mampara para construir un efectivo networking para gerenciar el odio, en provecho de alguna ideología y de sus intereses que son de todo, menos universales.


MARÍA EUGENIA FUENMAYOR | @mefcal

Experta en mercadeo, comunicaciones y reputación. Directora ejecutiva de Interalianza Consultores.