Maracaibo.- Hace 13 días acompañó a su hermano a la emergencia del hospital Adolfo Pons porque se sentía mal. A los dos les hicieron la prueba rápida para descartar COVID-19. El hermano dio negativo y ella positivo.
Le hicieron una encuesta y el personal de salud se trasladó a su casa. “Les hicieron la prueba a todos y todos salieron positivos”.
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Ana, nombre ficticio para no exponerla ante la denuncia, cuenta que la prueba se la hicieron en el Hospital Adolfo Pons en Maracaibo y la dejaron todo el día allí.
“Cuando me dijeron que me iban a llevar al Hospital Universitario, me alcé y les dije que a ese hospital yo no iba que tenía mi tratamiento en mi casa. Yo estaba bien. Pero me dejaron allí todo el día sin saber cuál sería mi destino”.
A las 12 de la medianoche llegó una ambulancia a su casa y les dijeron que la enviaba la Secretaría de Salud de la Gobernación del Zulia. “A esa hora nos llevaron a todos los miembros de mi familia a un hotel, incluyendo tres niños”.
Desde ese día nadie les dice nada sobre su situación, no tienen atención médica y comen mal. «Ya estamos cansados de estar aquí”.
Ana no sabe cómo o dónde se contagió. Dice que pudo ser cualquiera de su casa porque dos de los miembros de su familia trabajan en el sector salud. Hace un mes le dio neumonía, fue al médico, le hicieron un RX y cumplió su tratamiento en casa.
“Cada vez que me da gripe hago esas neumonías. Pudo haber sido por cualquier cosa”. Al día siguiente de estar en el hotel en donde hay en total 25 personas les hicieron a todos la prueba PCR. “Nos dijeron que los resultados llegarían en tres días y aún estamos esperando”.
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Ana entiende los protocolos de seguridad y salud, pero le desespera que estén encerrados sin información, sin que nadie les explique sobre el tiempo que tienen que estar aislado y le indigna que cuando pide información nadie sabe dar respuesta.
Hace 10 días debieron decirle a ella y a su familia sobre el resultado de la prueba y aún está esperando. “Les pregunto y me dicen que ellos no saben nada, que el epidemiólogo es el que sabe”.
Hace tres días les dijeron que recogieran sus cosas que los iban a trasladar a una Sala Situacional, pero no sabe dónde es, ni dónde queda. “Todos estábamos listos, pero nos quedamos esperando supuestamente el transporte. Pregunté a dónde nos llevaban y ninguno sabe”.
Sobre cómo están distribuidos en los cuartos del hotel, dice que en promedio tres personas por habitación. Comen tres veces al día, pero comen mal. Desde que están allí, los niños no han vuelto a tomar leche o alimentos con leche.
“El desayuno lo traen después de las diez de la mañana, el almuerzo a las tres de la tarde y la cena después de las ocho de la noche. El desayuno y la cena es una arepa para cada uno con una bolsita de agua caliente”.
Las arepas las rellenan con pollo o carne desmechada. “Les echan tres hilos”, dice Ana para tener una referencia del poco relleno que tienen.
El almuerzo es el mismo todos los días: “Lentejas con arroz”. En dos de las habitaciones en donde están Ana y sus familiares no hay agua, así que se turnan para usar el baño de la única que funciona. “Y cuando se va la luz ponen la planta”.
Mientras todos están en el Hotel, las casas de las personas que tienen aisladas están solas y eso suma una preocupación para todos.
La mayoría está deprimida, les preocupa que los niños no estén tomando teteros. Les dijeron que los iban a trasladar para que los médicos los valoren, pero aún no los atienden.
La respuesta recurrente del personal siempre es la misma: “Estamos colapsados en el estado”.
