Cuentos de cuarentena –28–

Sabía que podía ser posible y, por eso, el día cero coordinó la búsqueda. La confianza en el resto del depósito le alentaba.

«Fondos insuficientes».

El llamado de atención hizo tambalear la fe. Las gotas de sudor comenzaron a viajar de un lado a otro de su frente. Miró alrededor y sólo vio ojos inexpresivos sobre mascarillas pulcras, presuntamente antivirales.

Buscó respuestas y las halló. La aplicación móvil reveló la deshumanización de quienes dijeron proteger a clientes vulnerables.

El pulpo cobró el seguro médico, el impuesto por el uso de tarjetas y hasta la chequera. También se aseguró, por anticipado, del pago de la tasa mensual por el crédito emitido.

Alzó la vista del teléfono, giró hacia la puerta de salida y avanzó, empujando la carreta.

La compra estaba ahí, y con ella, los sentimientos encontrados.

ISABEL SOTO MAYEDO
– Guatemala –